La noche del domingo 21 de diciembre, una balacera en el restaurante Luaú de la Zona Rosa de la Ciudad de México dejó un hombre muerto y otro lesionado, reavivando la atención sobre la presencia y movilidad de figuras del narcotráfico en la capital del país.
Inicialmente identificado por su pareja como Óscar Ruiz, las autoridades investigan si la víctima sería en realidad Óscar Noé Medina González, alias ‘El Panu’, señalado como uno de los operadores más cercanos a Iván Archivaldo Guzmán Salazar, líder de alto rango de la facción conocida como ‘Los Chapitos’ del Cártel de Sinaloa.
De confirmarse su identidad, sería la muerte de un personaje que no solo figuraba en las listas de búsqueda de las agencias de seguridad de Estados Unidos con una recompensa de hasta 4 millones de dólares, sino que además desempeñaba un papel clave en la seguridad y coordinación de sicarios y logística para una de las estructuras criminales más violentas de México.
Las autoridades de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) y la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CDMX) trabajan con cámaras de videovigilancia y entrevistas para esclarecer si la balacera se dirigió específicamente contra él o si fue un ataque con otro objetivo inicial. Hasta el momento no se ha emitido una confirmación oficial de su identidad por parte de las fiscalías competentes.
El posible vínculo de la víctima con el Cártel de Sinaloa y su posición dentro de la estructura de ‘Los Chapitos’ ha generado gran interés entre analistas y autoridades, que buscan entender cómo operan los mandos criminales fuera de sus zonas tradicionales de influencia y qué implicaciones tiene su presencia en ciudades como la capital mexicana.
Óscar Noé Medina González, conocido en el mundo del crimen organizado como ‘El Panu’, es identificado por fuentes oficiales y medios especializados como uno de los principales lugartenientes y jefe de seguridad de Iván Archivaldo Guzmán, uno de los hijos de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán y figura destacada dentro del Cártel de Sinaloa y su facción de ‘Los Chapitos’.
De acuerdo con datos recopilados por agencias estadounidenses, Medina González comenzó su carrera dentro del cártel como sicario y escaló hasta convertirse en una pieza clave en la supervisión de los comandantes regionales, la protección de líderes y cargamentos, así como en la coordinación de operaciones violentas y tráfico de drogas, especialmente fentanilo hacia Estados Unidos.
Su perfil, aunque mantenido con bajo perfil operativo, fue resaltado en documentos de la Administración para el Control de Drogas (DEA) y el Departamento de Estado de Estados Unidos, que lo señalaron como objetivo prioritario en la lucha contra el narcotráfico transnacional y ofrecieron recompensas para su captura.
Dentro de la estructura del Cártel de Sinaloa, ‘El Panu’ era considerado la mano derecha de Iván Archivaldo Guzmán, líder de alto rango y parte de la segunda generación de ‘Los Chapitos’. Su responsabilidad abarcaba desde la logística y seguridad de zonas controladas, hasta la dirección de grupos armados que protegían intereses estratégicos del cártel.
Fuentes estadounidenses han señalado que Medina González tenía bajo su mando a sicarios y operativos clave encargados de proteger la red de fentanilo y otras drogas sintéticas, y de reaccionar ante amenazas tanto internas como externas al grupo.
Esa estructura hacía que su ubicación, actividades y contacto con otras organizaciones criminales lo convirtieran en un actor de peso dentro de las operaciones transnacionales del narcotráfico.

