SANTA FE.- Pasó una década de la desaparición de Maximiliano Sosa, el chico de 3 años visto por última vez el lunes 21 de diciembre de 2015 en Ceres, 270 kilómetros al noroeste de esta capital, en el límite con Santiago del Estero. Pasó mucho tiempo, también, de que el caso, que abarcó una búsqueda nacional e internacional, como el de Loan Peña en Corrientes, dejó de ser una prioridad para las autoridades.
Aún así, la madre del chico no se resigna a dejar de buscarlo, incluso aunque desde hace meses no recibe una sola noticia, ni siquiera un rumor, que alimente su esperanza. Además de la ausencia, que le duele en el alma, Daniela Sosa tiene una certeza, algo que, más que un dato confirmado, nace de sus entrañas: que a su hijo se lo llevaron, quizás, para venderlo.
“Desde aquel día no sé nada de mi hijo Maxi. No sé qué creer, pero lo que sé es que me lo robaron”, dijo este domingo a LA NACION, en un contacto telefónico. En cuanto a los resultados de la investigación, Daniela Sosa sostuvo: “En estos últimos meses no he tenido ninguna novedad; por lo tanto, todo sigue igual”.
A mediados de este año, luego de un informe que publicó este diario sobre los chicos cuyas madres aún esperan que aparezcan luego de que abandonaron sus lugares de residencia sin dejar rastros, la causa de Maxi fue reabierta por disposición de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe contactaron a Daniela Sosa para ampliar el campo de investigación.
“Agradezco que se mantenga el interés por resolver qué ocurrió con Maxi. Pero nadie aportó algún elementos para saber dónde y cómo está”, insistió.
Mamá de Maximiliano Sosa 2Como informó oportunamente LA NACION, el lunes 21 de diciembre de 2015 la ciudad de Ceres, en el departamento San Cristóbal, se convirtió en noticia. Pasadas las 15 de ese día comenzó la búsqueda de un niño de tres años que había desaparecido en la cuadra de la casa de su abuela, Patricia Sayago, en el barrio Juan Pablo II, un vecindario de casas humildes ubicado en el acceso sur de la ciudad.
El niño se había quedado al cuidado de su abuela porque Daniela, su madre, se encontraba internada en el hospital de la ciudad tras haber dado a luz a otro hijo, Juaquín, el 15 de ese mismo mes. “Abu, voy a jugar con los amiguitos de acá al lado”, es lo último que alguien le escuchó decir allí en el barrio.
Las horas siguientes comenzarían a delinear el calvario de una familia y de toda una ciudad, un calvario cuyas reverberaciones, aunque tenues, aún se perciben allí, en el norte santafesino.
Daniela Sosa aclara que no tiene una “prueba contundente” de lo que sucedió con Maxi; sigue creyendo que su madre, Patricia −que estuvo presa por este caso y fue absuelta en un juicio− tiene “algo o mucho que ver” con la desaparición del menor y pidió enfáticamente la reapertura de la causa, quizá advirtiendo que el caso Loan genera expectativa por el tema.
No obstante, no mantiene relación con su madre desde aquel momento. “De mi mamá no sé nada y no tengo comunicación con ella”, agregó.
Lo último que se supo de Sayago es que se encontraba en la ciudad de Santa Fe donde inició estudios terciarios de enfermería.
Ante todo el tiempo transcurrido y las investigaciones inconclusas, Daniela Sosa repitió ante este diario: “A Maxi me lo robaron”.
Aclaró: “No tengo una hipótesis contundente. Quizá hubo algo más. Pero con lo que sucedió con el caso Loan llegué a pensar que también pudo haber ocurrido que a Maxi me lo vendieron”, remarcó.
“Mi vida cambió en muchas formas, en todos los sentidos. Nos cambió a todos, a mí y a mi familia. A todos nos cambió la vida a partir de ese momento”, puntualizó Daniela.
Con el dolor a flor de piel, en este nuevo aniversario, Daniela Sosa mantiene cerca a Maxi en su recuerdo: “Extraño todo. Pero, sinceramente, lo que más extraño hoy son sus caricias. Era muy pegado a mí”.

