BAGUIO CITY, Filipinas – En una ciudad donde la niebla ralentiza el día y las montañas moderan la ambición, el artista Edmon Fuerte no se propuso diseñar un símbolo nacional. Se unió a un concurso de logotipos, dice, casi casualmente — algo que hacía como pasatiempo. En ese momento, estaba en lo que él llama un período de "recalibración silenciosa", tanto personal como creativamente.
Ese acto silencioso pronto viajaría mucho más allá de Baguio.
En diciembre de 2025, los gobiernos de Filipinas y Japón anunciaron que el diseño de Fuerte había sido seleccionado como el logotipo conmemorativo oficial para el Año de la Amistad Filipinas-Japón 2026, que marca 70 años desde la normalización de las relaciones diplomáticas entre los dos países. Elegido entre propuestas de todo el mundo, el logotipo servirá como símbolo visual de una celebración de un año bajo el tema "Tejiendo el Futuro Juntos: Paz, Prosperidad, Posibilidades".
Para Fuerte, el lugar importa. Basado en la Ciudad de Baguio, su trabajo está moldeado por su terreno y tempo. Las montañas, la niebla, la forma en que la luz cambia lentamente a lo largo del día.
"La ciudad fomenta una forma de pensar más lenta y atenta", dice. Esa atención se convertiría en el centro de un logotipo construido no sobre imágenes grandiosas, sino sobre materiales y significados que recompensan la observación cercana.
Cuando se encontró por primera vez con el tema, fue una sola palabra la que ancló su pensamiento: tejer. De ahí surgió la imagen de hilos. Conectados, entrelazados y unidos tanto por la tensión como por la armonía.
El logotipo final se inspira en dos materiales culturalmente arraigados: las cuerdas shimenawa japonesas y el abacá filipino, también conocido como cáñamo de Manila.
Fuerte se sintió atraído por ambos por razones similares. Shimenawa, utilizado en Japón para marcar espacios sagrados, señala respeto, protección y transición. El abacá, profundamente entretejido en la historia filipina, está moldeado por el trabajo y el paisaje, vinculado a tradiciones de tejido, comercio y resiliencia.
"Son materiales humildes, trabajados a mano", explica Fuerte, "pero llevan un significado más allá de su forma física".
En el logotipo, estas cuerdas están entrelazadas, representadas en los colores de las banderas de ambas naciones, incorporando el sol japonés y el sol filipino y tres estrellas. La imagen no sugiere dominación o fusión, sino continuidad. Dos hebras que mantienen su identidad mientras se fortalecen mutuamente.
La parte más difícil del proceso, dice Fuerte, fue decidir hasta qué punto abstraer las referencias sin perder la integridad cultural. El diseño necesitaba hablar a través de fronteras y contextos. Reconocible, pero no literal; simbólico, pero no exagerado.
Esa moderación refleja la filosofía más amplia de Fuerte. Cuando se le pide que describa su práctica artística en una frase, no duda: "Ser minimalista, y menos es más".
Fuerte estaba en la oficina cuando llegó el correo electrónico oficial, informándole que su diseño había sido seleccionado. La reacción fue inmediata. ¡Emoción, orgullo, incredulidad! Su logotipo había sido elegido por encima de propuestas de todo el mundo.
El reconocimiento viene con recompensas tangibles, incluido un vuelo de ida y vuelta en clase ejecutiva entre Manila y Tokio cortesía de Japan Airlines. Pero para Fuerte, el mayor peso está en otro lugar.
"Me siento agradecido y bendecido", dice, sabiendo que su trabajo será visto no solo en Filipinas, sino en Japón, en eventos oficiales durante todo 2026.
Cuando se le pregunta qué palabra del tema resuena más, su respuesta se vuelve personal. Prosperidad, dice, porque proviene de una familia pobre, y espera que algún día, la prosperidad no sea solo simbólica, sino vivida.
Incluso sin conocer la historia detrás, Fuerte espera que el logotipo comunique algo simple y humano.
"Un sentido de conexión", dice. "Algo silencioso, pero intencional".
Mirando hacia atrás, ve el momento no como una culminación, sino como un marcador. Evidencia de que los valores que ha estado cultivando importan: respeto por el material, sensibilidad hacia la cultura y atención al proceso.
En un año destinado a celebrar siete décadas de lazos diplomáticos, es apropiado que el símbolo elegido no llegara con espectáculo. Llegó tejido paciente y deliberadamente por un artista que entiende que los lazos más fuertes son a menudo los más silenciosos. – Rappler.com

