Cada diciembre, el color rojo comienza a dominar las vidrieras, los adornos navideños y, por supuesto, la vestimenta de quienes celebran la Navidad. Su uso tiene un origen histórico, cultural y simbólico que se mantiene vigente desde hace siglos.
En las culturas antiguas, especialmente en Europa y en regiones del norte, donde el invierno era extremo, el rojo se usaba para atraer vitalidad y mantener la esperanza durante la época más oscura del año. Se lo asociaba al fuego, la calidez y la vida, tres elementos fundamentales para atravesar los meses fríos.
Con el paso del tiempo, el color rojo comenzó a representar también protección energética. Muchas comunidades lo utilizaban como amuleto frente a las malas vibras y como símbolo de renovación espiritual.
De allí surge una de las primeras interpretaciones modernas: el rojo se usa en Navidad para atraer buena energía y alejar lo negativo, creando un entorno favorable para comenzar el año con el pie derecho.
Hoy en día, el rojo navideño conserva parte de su significado histórico, pero también suma nuevas interpretaciones. Para muchas culturas, este color tiene un fuerte componente emocional.
Asimismo, usar ropa en este tono durante la Nochebuena y la Navidad se relaciona con las siguientes corrientes:
Por eso, vestir ropa roja durante la Navidad es mucho más que una simple costumbre, ya que se entiende como una forma de conectar con tradiciones ancestrales, llamar a la buena suerte y transmitir alegría en una de las celebraciones más esperadas del año.

