Cada año, miles de peregrinos llegan a la Ciudad de México (CDMX) para conmemorar a la Virgen de Guadalupe . Junto a ellos, también arriban decenas de perros que, con el paso del tiempo, han sido identificados como “perritos peregrinos”.
De acuerdo con Lorena Becerra, protectora independiente de animales, algunos de estos canes ya se encontraban en situación de calle antes de las movilizaciones, mientras que otros acompañan a sus dueños durante el trayecto.
El problema surge cuando las peregrinaciones concluyen. Muchos fieles optan por regresar en camión debido al cansancio, dejando atrás a los perros que caminaron con ellos durante kilómetros. Otros animales se pierden entre la multitud, desorientados y sin posibilidad de regresar a su lugar de origen.
El problema de los perritos peregrinos en la CDMX y el llamado al rescate responsable
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Aunque el término “perrito peregrino” es reciente, la situación se presenta desde hace años. “Son perritos cansados, asustados, que no saben cómo regresar”, explica Becerra.
México, considerado un país más guadalupano que católico , presencia cada 12 de diciembre este fenómeno que, lejos de ser anecdótico, se ha convertido en un problema recurrente de bienestar animal.
En 2025, la cifra de perros abandonados aumentó, pese a los esfuerzos de protectores independientes, asociaciones civiles y autoridades de la Ciudad de México, que cada año refuerzan operativos de rescate y atención.
Uno de los principales retos es evitar que el rescate se convierta en un acto de riesgo. Lorena Becerra subraya que muchas veces se confunde el maltrato animal con los protocolos para capturar a un perro en situación de estrés.
“Tenemos que ser responsables en la forma en la que se captura a un animal para rescatarlo”, señala, ya que si se hace incorrectamente, entonces se pone en riesgo a la población.
Los perros pueden caminar hasta 25 kilómetros diarios, especialmente cuando están estresados, por lo que es indispensable la coordinación con entidades cercanas y autoridades locales para evitar que se alejen aún más o sufran accidentes.
“No todos los perros tienen la suerte de ser rescatados”, advierte la protectora. Por ello, insiste en que este trabajo no debe limitarse a una sola fecha. La solución, afirma, pasa por una estrategia integral que incluya adopción responsable, campañas permanentes y conciencia social.
Cuando un perro es rescatado, el proceso no termina ahí: debe recibir atención médica, vacunación, esterilización y, posteriormente, ser difundido para adopción.
Solo así, los perritos peregrinos dejarán de ser víctimas silenciosas de una tradición que, aunque llena de fe, también exige responsabilidad.
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